El amor inteligente es atento, considerado y lleno de generosidad. Fue proclamado en prosa y en verso “Ama al prójimo como a tí mismo”.
No pensemos en una religión en particular pero tengamos presente que las herramientas derivadas de los pensamientos que emanan de ese amor, pueden ayudar a la madurez del yo y a la salud psíquica global.
Recordemos algunos preceptos al respecto.
“Quien se castiga a sí mismo no será tolerante con otros”.
“Quien no se quiere a sí mismo, nunca amará lo suficiente a los demás”.
“Quien no respeta horarios, descansos, pausas será un propagador de la ansiedad”.
“Quien entierra sus propios sueños, podría sin dudas hacer lo mismo con los de otros”.
“Quien no se da una nueva oportunidad podría no tener capacidad de estimular a otros para volver a empezar”.
“Quien contiene sus lágrimas, probablemente no dará libertad a los demás para llorarlas”.
Para vivir más saludablemente necesitamos desarrollar ese amor inteligente, proteger nuestra psique, nuestras emociones.
Es común ver cómo no permitimos que invadan nuestras propiedades materiales (auto, casa…) pero qué poco nos cuidamos de que estímulos estresantes invadan algo más caro e importante: el territorio de las emoción es y es ese un desafío y un reto que no podemos dejar librado al azar.
Bibliografía sugerida: Mentes brillantes, Mentes entrenadas de Augusto Cury