Esfuerzo es enfrentar las adversidades con energía suficiente para superarlas, para conseguir aquello que nos proponemos.
Es habitual observar que los niños pequeños hacen grandes esfuerzos para aprender y manejar habilidades que les permitan ser cada vez más independientes. Se muestran incansables. Quieren hacer todo solos.
Sin embargo, con el correr de los años no todos mantienen esa actitud.
Es entonces cuando aparece el rol del adulto que deberá valorar el trabajo y la perseverancia más que habilidades o talentos.
En lugar de decir “sos un genio, o sos perfecto”, se podrá decir: “estoy orgulloso de cómo te comprometiste con el trabajo”.
Los niños que aprenden que es importante dar todo en el proceso de llegar a un objetivo, estarán más preparados para enfrentar nuevos desafíos – se darán permiso para errar y volver a intentar hasta alcanzar la meta-
Podemos ayudarlos poniendo objetivos realistas. Darles tareas o responsabilidades acordes a su edad (ordenar los juguetes, la habitación, poner la mesa). Así se irán acostumbrando que no siempre hacemos lo que deseamos en todo momento. A veces debemos realizar tareas que no nos agradan pero que son necesarias para cumplir un objetivo personal o familiar.
Además, si bien es importante estar presentes, no es aconsejable resolverles todos los problemas. Los niños necesitan encontrar su camino y aprender de sus errores.
Así, además construirán una autoestima saludable.
El trabajo “hormiga” es un método fundamental para aprender sobre la constancia.
Practicar un deporte, aprender un idioma, ejecutar un instrumento son ejes de actividades que exigen esfuerzo constante.
Dijo el Papa Francisco “Los jóvenes, en este momento, están en crisis. Estamos habituados a esta cultura del descarte. Con los ancianos se practica a menudo.
Pero ahora también con el gran número de jóvenes sin trabajo, ellos sufren la cultura del descarte.
No alcanza con la cultura de la inclusión, del encuentro sino fomentamos la cultura del ESFUERZO para luego incluir a todos”.