Una frase que suele escucharse es: “Papá, te quiero contar algo”. El niño arranca el relato mientras el papá va de un lado al otro, haciendo la suya y respondiendo con monosílabos.
Los padres no están entrenados para escuchar y esa es la primera clave para conocer a los hijos.
Para lograr esto es preciso centrar la atención en lo que no están diciendo, vaciaremos de ruidos externos e internos; dar valor a las opiniones de los pequeños.
Para educar sanamente y evitarnos conflictos futuros es imprescindible crear un buen clima de comunicación.
Recordemos que cuando los hijos están dispuestos a contar algo, también nos dan pistas de cómo se sienten, qué dudas o temores tienen, cuáles son sus ilusiones y es el momento oportuno para “adoctrinarlos”.
Es fundamental encontrar los momentos y los modos de escucharlos desde que comienzan a hablar.
Dedicarles atención, mirarlos mientras nos hablan, no interrumpir, comprenderlos aún cuando se trate de un tema en el no estamos de acuerdo.
Una vez logrado el acercamiento, la empatía, quizás podamos hacerles ver por qué tenemos cierta manera de ver las cosas que difiere de la de él.
La educación requiere adultos que quieren confianza lo cual no significa aceptar y aprobar todo lo que ellos expresen. “Los límites entre padres e hijos no separan, unen en una convivencia ordenada”.
Bibliografía; “Qué animales somos como padres” de Flavia Tomaello