Hábitos y costumbres

Son muchas las conductas que tenemos que lograr que nuestros hijos sí hagan o que no hagan, o que hagan en privado, o que sepan cuándo, dónde, cómo.

El sentido de la oportunidad es algo muy importante a desarrollar desde pequeños.

Lo primero a tener en cuenta es que tenemos  mucho tiempo para lograrlo.

Lo importante es el modelo que les ofrecemos, mucho más que las palabras. A la larga, los modales de nuestros hijos van a ser similares a los nuestros.

En algunas ocasiones, como en el caso del orden del baño o del cuarto, o el baño diario, o la lavada de dientes, hace falta el ejemplo de los padres y acompañar y ayudar a ordenar o bañarse el tiempo necesario hasta que se instale como hábito.

La cuestión es:

  • Que seamos modelo, ejemplo sistemático de todo lo que queremos que aprendan.
  • Que le dediquemos el tiempo y la paciencia suficiente para lograr lo que nos proponemos.
  • Que los vayamos acompañando de buen modo hasta que internalicen los hábitos adecuados.

Las “malas costumbres” se curan con el tiempo, y con padres que enseñan en un clima cordial.

Morder, pegar, tirar juguetes e incluso llorar son muchas veces actos de impotencia de un pequeño que no tiene los recursos para expresar y resolver lo que le pasa. No se resuelven con retos, tampoco haciendo lo mismo que él (gritando o pegando).

A medida en que aprenda y se anime a hablar de lo que siente, y pueda encontrar otras soluciones, irán desapareciendo esas conductas.

Meterse los dedos en la nariz, tocarse los genitales, masticar con la boca abierta, comer con la mano, no saludar al llegar… son conductas que sí o sí debemos ir corrigiendo.

Para ello podremos utilizar ciertos recursos tales como sacar suavemente su mano de la boca o de la cabeza sin retarlos, ayudándolos a descubrir que ese mimo de mamá o papá son más placenteros y seguramente más eficaces para disminuir esa ansiedad que los lleva a un autocuidado equivocado.

 

Bibliografía sugerida: Criar hijos confiados, motivados y seguros de Maritchu Seitún

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