En una época tan difícil como la que vivimos, todos quisiéramos brindar a nuestros hijos las mejores las mejores herramientas para enfrentar el futuro.
Suele ocurrir que en ciertas oportunidades, la elección de la escuela se hace por cercanía al hogar, por costos o porque un amigo la eligió.
Esto no alcanza, habría que preguntarse hasta qué punto los adultos asumimos un rol activo en la formación de los hijos.
Ese rol abarca tanto la elección de la escuela como el conocer aptitudes e intereses del chico, y el seguimiento del proceso de aprendizaje.
Elegir conociendo el ideario de la escuela, el equipo docente, las instalaciones pero no delegar toda la responsabilidad de educar en la Institución.
Observar cúales son las exigencias, cómo se les enseña a pensar, que pasa con los valores de la escuela y cómo estos se compatibilizan o no con los de la familia, cuáles son los valores del entorno.
No basta acentuar el aspecto INTELECTUAL, debemos buscar un desarrollo armónico de todos los aspectos del ser humano, contemplando también las virtudes, ideales y valores que favorezcan la convivencia a todo nivel.
Existen diversidad de propuestas, muchas sin duda son “atrapantes” pero no perdamos de vista lo planteado y pensemos:
– Qué queremos para nuestros hijos
– Qué desean y pueden nuestros hijos
– Donde es más conveniente que lo logremos