La organización mundial de la salud afirma que la educación sanitaria deberá centrarse no tanto en formas de comportamientos aisladas, sino en estilo de vida en general, donde gran parte de los esfuerzos deben dirigirse hacia la institución, que tiene mayor importancia en este proceso, LA FAMILIA.
Por lo expresado es que la actualidad, los programas de prevención tienen a las familias como principales destinatarios.
Los padres, consientes o no, vamos transmitiendo valores y vamos fijando normas de convivencia desde que nuestros hijos son pequeños. En un principio esta influencia se da de forma DIRECTIVA, al instruir al niño e incorporarlo a nuestras prácticas, después de manera más compartida razonando y poniéndose de acuerdo sobre criterios de convivencia a seguir.
Iremos ayudando a que los niños diferencien entre dos tipos de normas: primero, aquellas socialmente establecidas en nuestra cultura, como requisito indispensable para la convivencia familiar (no violencia, libertad de expresión, responsabilidad, negación del consumo de drogas, etc) y segundo, aquellas otras que hace de adaptarse y negociarse con los hijos en función de la edad, gustos y circunstancias personales (paga mensual, hora de llegada a casa, posibilidad de quedarse en casa de un amigo, tipo de ropa, etc).
También con actitudes apropiadas, los adultos iremos fortaleciendo la autoestima. No es aconsejable “etiquetar” al niño tratándolo de inútil, tonto, etc. ya que puede aterrorizar que él mismo posee esas características.
Es importante programar actividades diarias de colaboración conjunta, que permitan escuchar sentimientos, necesidades y opiniones de los hijos.
No sólo fomentan el desarrollo de actividades físicas (deportes, excursiones, etc) sino también de actividades culturales (lectura, cine, teatro, coleccionismo, etc).
Siempre es conveniente estar atentos:
• Conocer a los amigos de los hijos.
• Mantenerse informados sobre rendimiento y actitud en el colegio.
• Hacer actividades en compañía de los hijos.
• Controlar el derecho que manejan.
• Hacer un esfuerzo por comprender un poco más la vida, sentimientos y pensamientos del adolescente.
TODO LO QUE SIENTE Y LE PASA ES IMPORTANTE
Biografía sugerida: “Nuestros hijos y las drogas”
Juan José Olivencia y Adolfo Cangas