Educar las virtudes humanas – 1º entrega

La familia es la primera escuela de las virtudes humanas sociales.

En la familia se trata de desarrollar y ayudar a desarrollar lo que es más natural para cada uno, la intimidad de cada uno.

Para desarrollar la intimidad hace falta llegar a conocerse. Conocer las potencialidades para lograr la mejora posible de las virtudes humanas es lo que permite a la persona hacerlo. Por esto puede decirse que la madurez natural del hombre es resultado del desarrollo armónico de las virtudes humanas.

La sociedad necesita de esas virtudes pero es imposible pensar que puedan conseguirse sin contar con la familia. Es en este ámbito donde las personas son capaces de desarrollar las motivadas por el amor, por saber que todo miembro de la familia tiene el deber de ayudar a los demás miembros a mejorar.

Se podrá ver en la práctica que una familia tiene estilo cuando los miembros se esfuerzan para desarrollar esas virtudes.

La familia es una organización NATURAL y la escuela es una organización CULTURAL y mediante la cultura apoya a los padres en la formación de los alumnos.

Para desarrollar las virtudes humanas, los padres podrán aprovechar los acontecimientos cotidianos de la vida de familia más que a planificar actividades (educar con los ejemplos).

Para decidir qué virtudes deberían considerarse prioritarias en cada momento, hace falta tener en cuenta algunos factores:

  • Rasgos de la edad
  • Naturaleza de cada virtud
  • Características y necesidades de la familia y de la sociedad en que se desenvuelve el niño/joven
  • Preferencias y capacidades de los países

 

Comenzaremos a tratar virtudes por edades:

  • Desde los 7 años: obediencia, sinceridad y orden.
  • Desde los 8 hasta los 12 años: fortaleza, perseverancia, laboriosidad, paciencia, responsabilidad, justicia y generosidad.

 

No es relevante destacar una virtud u otra, interesa el conjunto de ellas en desarrollo por eso, se pide a los padres superación personal con respecto a aquellas virtudes que quieren trabajar con sus lujos.

 

 

Comencemos por referirnos a la GENEROSIDAD

Podemos identificar distintos medios o maneras para poder llevar a cabo un acto de generosidad, pero un acto será muestra de generosidad o no, de acuerdo con la intensidad con que se viva la virtud y la rectitud de los motivos.

La generosidad se trata de una entrega, una decisión libre de entregar lo que uno tiene. No se trata de entregar lo que no posee de cualquier modo, de abandonarlo.

Una de las facetas básicas de la generosidad es la apreciación del valor de lo que poseemos.

Es común observar que se tiende a dar lo que sobra y no dar de acuerdo con la necesidad de la otra persona sin molestarnos en dar algo que cueste esfuerzo.

También se puede dar tiempo y ser generoso con el tiempo, significa estar dispuesto a sacrificar para el bien de los demás algo que se guarda para la propia utilización.

Un tiempo bien empleado podría ser ese en que se consigue la sonrisa de alguien que estaba triste, dar bienestar al otro en un momento de desasosiego, brindar seguridad.

Sería una actitud generosa la de una persona que esté dispuesta a esforzarse para hacer la vida agradable a los demás y lo hacer desinteresadamente.

En los niños pequeños no se pueden encontrar una generosidad muy desarrollada, porque no reconoce el valor de lo que tienen ni la necesidad de los demás.

En cambio los adolescentes ya sabrán por propia experiencia como se puede actuar en favor de otras personas uno de los problemas es que no ponen limite a sus posibilidades de ser groseros. Están preocupados por los demás, por la gente que muere de hambre en otras partes del mundo, pero no saben relacionar sus propias posibilidades con esta realidad.

Es conveniente dar a los hijos un conocimiento profundo de los criterios que deberían regir en sus vidas y lego dejarlos actuar, encabezando su actividad cuando haga falta.

Es muy importante el concepto de “darse” más que el de “dar”.

No se trata de dar cualquier cosa a cualquier persona en cualquier momento.

Educar en la generosidad no es opcional. Es fundamental para que la persona llegue a su plenitud”.

 

Bibliografía sugerida

“La educación de las virtudes humanas”, David Isaacs