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El aislamiento obligatorio que todos atravesamos provocó sin dudas muchos cambios e incluso desajustes emocionales.
Los niños no están ajenos a esto y en algunos casos se observaron miedos que tal vez antes no eran visibles.
El miedo es parte del sistema de alarma con que cuenta el ser humano.
Provoca una reacción casi instantánea del organismo y éste se prepara para el ataque o para la huída.
Se aceleran los latidos del corazón, la respiración se acorta y la persona se paraliza.
“Coraje no es ausencia de miedo, sino contar con los recursos y fortaleza interna suficiente para dominarlo”.
El miedo no es problema, la forma en que reaccionamos a él es lo que impide progresar.
Para ayudar a los niños podemos:
- No enojarnos ante su aparición
- Recordar que todo lo que sentimos vale, incluso el miedo.
- Contarles acerca de nuestros miedos de la infancia
- Promover juegos que les permitan sentirse fuertes
Saber esperar: muchos miedos se van superando a medida que crecen. No todos los resuelven a la misma edad.
Y en caso de que esos medios no les permitan desarrollar una vida normal, se podrá consultar con un profesional.
Bibliografía sugerida: Criar confiados, motivados y seguros de Maritchu Seitún
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