Hoy más que nunca se hace necesario atender a este aspecto.
Cómo nos comunicamos, qué queremos transmitir, qué esperamos suceda a partir de ello son puntos que no deberíamos descuidar. Y si bien esto es muy importante cualquiera sean los interlocutores, cobra más fuerza cuando nos dirigimos a los niños porque la comunicación es un elemento fundamental en el desarrollo de toda persona y varía a lo largo de la vida.
Los más pequeños explotan la comunicación gestual. Cuando van creciendo incorporan el canal verbal y en la adolescencia todo cambia drásticamente. Aparecen otras necesidades que requieren ajustes en la interrelación padres e hijos. Es importante disponer de capacidad de adaptación para afrontar esos cambios y promover una relación familiar fluida.
Siempre se pueden mejorar los canales de comunicación pero siempre es importante la prevención como solución a problemas que pudieran aparecer. Necesitamos no solo revisar cómo nos comunicamos sino también disponer de tiempo para hacerlo.
Pensamos que disponemos de poco tiempo pero tengamos en cuenta que si bien la cantidad es importante, la calidad resulta imprescindible.
Podemos comenzar por preguntarnos qué es saber escuchar y ejercitar acciones como:
- Una vez que su hijo/a quiere contarle algo, elimine distractores (apagar la tele, el celular, dejar lo que está leyendo).
- Es importante prestar atención a las palabras sin olvidar los gestos, movimientos ya que esto dará datos acerca del estado de ánimo.
- No lo interrumpa.
- Ayúdelo a poner nombre a lo que siente.
- Exprese sus deseos u opiniones en primera persona (deseo que… me gustaría….opino….) estos mensajes no evalúan pero facilitan expresiones de diferencias y desacuerdos. La comunicación con los hijos debe fomentarse diariamente y si en la casa hay más de un hijo habrá momentos y espacios de diálogo compartido y otros exclusivos según edades y necesidades.
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