La comunicación familiar requiere de grandes dosis de empatía, es decir, de ponerse en el lugar del otro, de una escuela reflexiva y de comentarios de apoyo, antes que una crítica de desvalorización.
La imagen que tenga el niño de sí mismo va a estar determinada en parte por los comentarios que los demás hagan de él.
Las sociedades han evolucionado y vivimos épocas de cuestionamiento. Ha perdido vigencia el modelo “los padres dicen, los hijos obedecen”. Hay que abrir los canales que propicien el DIÁLOGO.
Quizás hoy, la finalidad como padres sea marcar una hoja de ruta con el propio comportamiento, de modo que los hijos puedan reconocerla. Es fundamental tener un norte claro y ser guía. Conocer los propios sentimientos, saber definirlos, esto ayuda a entender mejor los sentimientos de los demás y facilita la convivencia, y nos permite educar, conocer y entender mejor lo que los hijos dicen y hacen.
Modificar nuestras formas a la hora de hablar con los niños, buscar las palabras adecuadas es un paso importante para obtener cambios positivos.
Es frecuente ver o escuchar palabras descalificantes ¡qué torpe sos! ¡no seas tonto! ¡todavía no sabes hacer esto solo!, etc. Y muchas veces culpamos a la sociedad en que vivimos olvidando que somos nosotros quienes la construimos y quienes podemos transformarla entre otras cosas con una comunicación adecuada y con conductas positivas.
Si queremos hablar algo importante deberíamos elegir momentos adecuados. Una regla básica para mantener una buena conversación es eliminar las distracciones, apagar la televisión, celular o computadora, mirar con interés a los ojos de quien nos habla. No sólo son importantes las palabras; hay que prestar atención a los gestos, a los movimientos del cuerpo, todo esto transmitirá información sobre su estado de ánimo.
Algo habitual cuando hablamos con niños, es interrumpir constantemente con preguntas y consejos.
Si en nuestras conversaciones nos esforzamos por respetar esas pequeñas pautas, terminarán convirtiéndose en un hábito placentero para todos.
Como otros aspectos de la vida, las buenas conversaciones no surgen porque las planifiquemos, sino que debemos estar atentos a las posibilidades que cada día nos ofrece.
Norma Castrelo
Asesora Institucional
Bibliografía sugerida: “La comunicación entre padres e hijos”